LA ALTURA O TONO. Está determinado por la
frecuencia de la onda. Medimos esta característica en ciclos por segundos o
Hercios (Hz). Para que podamos percibir los humanos un sonido, éste debe
estar comprendido en la franja de 20 y 20.000 Hz. Por debajo tenemos los
infrasonidos y por encima los ultrasonidos.
LA INTENSIDAD. Nos permite distinguir si el sonido es fuerte o débil. Está determinado por la cantidad de energía de la onda. Los sonidos que percibimos deben superar el umbral auditivo (0 dB) y no llegar al umbral de dolor (140 dB). Esta cualidad la medimos con el sonómetro y los resultados se expresan en decibeles (dB). LA DURACIÓN. Esta cualidad está relacionada con el tiempo de vibración del objeto. Por ejemplo, podemos escuchar sonidos largos, cortos, muy cortos, etc.. |
EL TIMBRE: El timbre nos permitirá
distinguir si la voz es áspera, dulce, ronca o aterciopelada. También influye
en la variación del timbre la calidad del material que se utilice. Así pues, el
sonido será claro, sordo, agradable o molesto.
La voz humana se produce por la
vibración de las cuerdas vocales, lo cual genera una onda sonora que es
combinación de varias frecuencias y sus correspondientes armónicos. La
cavidad buco-nasal sirve para crear ondas cuasiestacionarias por lo
que ciertas frecuencias denominadas formantes. Cada segmento de sonido del
habla viene caracterizado por un cierto espectro o distribución de la
energía sonora en las diferentes frecuencias. El oído humano es capaz de
identificar diferentes formantes de dicho sonido y percibir cada sonido con
formantes diferentes como cualitativamente diferentes, eso es lo que permite
por ejemplo distinguir dos vocales. La voz
masculina tiene un tono fundamental de entre 100 y 200 Hz, mientras que la
voz femenina es más aguda, típicamente está entre 150 y 300 Hz. Las voces
infantiles son aún más agudas. (Sanz, 2016)
Bibliografia
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